Actualmente, los nuevos programas de TPV para los pequeños comercios se han convertido en una herramienta indispensable para todas las pequeñas empresas dedicadas a las ventas. Es imposible alcanzar el éxito si no se cuenta con un software de esta clase.
Ahora bien, todo software se integra, como es lógico, dentro de un hardware: el TPV. Si a día de hoy es posible disfrutar de unos programas tan bien adaptados a los pequeños comercios es porque se cuenta con herramientas físicas que los admiten. En este sentido, a lo largo del presente artículo te hablaremos de la evolución de estas maravillas tecnológicas de los negocios.
El origen del TPV: la incorporación del ordenador
Aunque hoy en día es muy común encontrar equipos de puntos de venta en toda clase de comercios, esto no siempre ha sido así. Ahora cualquier sector comercial cuenta con TPV, pero esto no significa que hace unas décadas pudiera disfrutarse de herramientas de tan alto nivel.
En este sentido, para conocer el origen del TPV es preciso retrotraerse 30 años. En 1988, la empresa estadounidense IGT desarrolló el primer terminal de venta que incorporaba un ordenador. Es decir, frente a las cajas registradoras clásicas y los tickets de compra hechos a mano y con bolígrafo (con ayuda de una calculadora), se adaptó un invento anterior, el ordenador, al ámbito comercial.
Así, aunque se trataba todavía de una máquina grande, algo lenta y mucho menos práctica que las actuales, lo cierto es que ya contenía el germen de lo que acabaría siendo una auténtica revolución en el ámbito comercial.
¿El siguiente paso? Apostar por la tecnología compacta
Como te hemos dicho, uno de los mayores fallos o aspectos a mejorar de los primeros TPV desarrollados por la americana IGT era el tamaño. Se trataba de auténticos ordenadores de mesa, que requerían mucha energía y espacio.
Por suerte, desde su desarrollo a finales de los 80, las mejoras no tardaron en aparecer. Durante la primera mitad de los años 90 decenas de grandes empresas tecnológicas del mundo vieron el enorme potencial de la idea de adaptar ordenadores al mundo comercial y comenzaron a investigar.
Fue así como, en 1993, nació el TPV Axel, que tuvo una enorme aceptación en farmacias. A este le siguió el TPV Calyp, que incorporaba discos extraíbles, dos pantallas, teclado y capacidad de procesamiento superior.
En definitiva, se fueron fabricando terminales progresivamente más potentes al tiempo que se apostaba por la tecnología compacta y pequeña. Poco a poco, el invento empezaba a tomar la forma moderna que tiene hoy en día.
El diseño final: un termina portátil, veloz y modular
Más allá de lo dicho hasta este punto, sin duda la guinda de la evolución se puso en 1997, momento en el que nació el primer terminal portátil del mundo, de la mano de ODM. A este le siguió la pantalla táctil del Eurodiana en 1998 y, en 1999, los TPV Pentium. Todos ellos cada vez más veloces y compactos.
Con la entrada del siglo XXI se apostó por el diseño modular. El mejor ejemplo de ello es el Concord de IGT, del que en pocos años se fabricaron decenas de miles. Estos nuevos terminales, caracterizados por contar con varios elementos que se complementan y modulan coordinadamente (teclado, impresora, monitor, lector de código de barras, etc.), fueron los que permitieron que los pagos virtuales y con tarjetas de crédito y débito, y el cálculo rápido de importes fuera posible.
En conclusión, la tecnología había facilitado el día a día comercial de manera definitiva y revolucionaria.
Los nuevos programas de TPV para los pequeños comercios
Es cierto que, a lo largo de este artículo, te hemos mostrado con especial énfasis las modificaciones del hardware. Sin embargo, estas fueron siempre acompañadas con una progresiva mejora del software implementado por los terminales.
Así, a día de hoy existe un conjunto de programas de TPV adaptados a los pequeños comercios que son los que, en realidad, permiten sacar el máximo partido a los terminales modulares. Es decir, es gracias a este tipo de software flexible, personalizable y eficaz, que los comercios de todos los tamaños pueden utilizar la tecnología a su favor.
De esta manera, has de tener en cuenta que nunca debe perderse de vista el modo en el que la configuración interna del TPV se adapta realmente a la forma de tu comercio. En ello está la clave de la expansión que, desde los años 80, ha tenido este tipo de herramienta.
En conclusión, ya has podido ver hasta qué punto los nuevos programas de TPV para los pequeños comercios son verdaderamente útiles gracias a que se integran en un hardware compacto, avanzado, veloz y conectado con la red. Ahora, por supuesto, queda en tu mano saber aprovechar las herramientas existentes a día de hoy para tu propio beneficio y el de tu comercio.